Cuatro ideas prácticas para atravesar la ansiedad
Un mal cada vez más frecuente en estos tiempos —marcados por la velocidad, la incertidumbre y los cambios constantes— es la ansiedad. Por eso, hoy quiero compartirte cuatro ideas prácticas qu...
Un mal cada vez más frecuente en estos tiempos —marcados por la velocidad, la incertidumbre y los cambios constantes— es la ansiedad. Por eso, hoy quiero compartirte cuatro ideas prácticas que pueden ayudarnos a transitar mejor esos momentos en los que el futuro nos genera inquietud o inseguridad.
Veamos…
1. La visión de helicópteroLa primera idea tiene que ver con lo que se conoce como “visión de helicóptero”. ¿En qué consiste? En levantar la mirada y dejar de enfocarnos tanto en los detalles. Muchas personas se pierden en el análisis minucioso de cada aspecto de una situación hasta terminar atrapadas por la preocupación. Si este es tu caso, el consejo es simple: dejá de contar los árboles y subí a ver el bosque desde arriba. Desde esa altura, todo se ve con más perspectiva. Esto nos lleva a la segunda idea…
2. Pensar siempre qué quiero, cuál es el objetivoUna vez que nos concentramos en la panorámica, podemos abandonar los detalles y obtener una visión amplificada de hacia dónde vamos. Es fundamental tener muy en claro qué es lo que deseamos. Es decir, cuál es nuestro objetivo en esa situación determinada. Esto nos ayudará a calmar nuestra ansiedad.
3. Ponerle límites a la rumiación de la menteLa tercera idea es, quizás, la más desafiante: detener el pensamiento desbocado. Muchas veces, cuando la mente se activa, cuesta encontrar el botón de “pausa”. Y esa falta de freno, inevitablemente, nos lleva a la ansiedad. Además, cuando analizamos en exceso una situación sin ponerle límites al pensamiento, corremos el riesgo de caer en la temida “parálisis por análisis”: pensar tanto que terminamos sin actuar. Por eso, lo ideal es marcar un punto final al análisis e inmediatamente pasar a la acción.
4. Basarse en datos, y no en suposicionesY, por último, las suposiciones suelen ser otra fuente de ansiedad. Por eso, siempre es conveniente que nos basemos en los datos que tenemos, y no en cosas que “suponemos” que son de determinada manera (pero no lo sabemos con certeza). Si estás acostumbrado a las suposiciones: “me parece que…”, “me imagino que…”, “siento que…”, a partir de ahora, preguntate: ¿con qué datos concretos, específicos, fácticos, reales, cuento para moverme hacia donde quiero ir?
Para evitar caer en la ansiedad —que incluso puede afectarnos a nivel físico— conviene desarrollar el hábito de “pensar lo que estamos pensando”. ¿Cuándo fue la última vez que te detuviste a observar realmente tus pensamientos…?