El killer menos pensado. El dilema de jubilar o someter a Macri y a Cristina
Escena uno. Enero de 2024. El asesor estrella Santiago Caputo llama a un reputado consultor, que conoce de los tiempos en los que trabajaba con Jaime Durán Barba. Recién llegado al poder y desde ...
Escena uno. Enero de 2024. El asesor estrella Santiago Caputo llama a un reputado consultor, que conoce de los tiempos en los que trabajaba con Jaime Durán Barba. Recién llegado al poder y desde la más absoluta debilidad parlamentaria, le pregunta:
–¿Con quién tendríamos que negociar?
–Y... fijate cuántos diputados tiene cada uno –le responde el avezado consultor, aunque enseguida se responde a sí mismo–: Pro tiene 37 diputados y el peronismo ciento y pico.
A partir de entonces, “Santi” supo con quién tenía que negociar y, a la vez, quién sería su rival a vencer. Ambas personas confluían en una: Cristina Kirchner. Y por eso la caída de ficha limpia y la necesidad de mantenerla “viva” y en la cancha. ¿Y Macri? No, Macri, muerto. Políticamente muerto. El poder no se comparte. Lo de “muerto” lo dicen los hermanos Milei, cuyo lenguaje sin eufemismos dista mucho del de los “ñoños republicanos”
Es cierto que, en varios momentos, LLA y Pro jugaron como aliados, pero desde la Rosada solo fue para construir el tercio que imposibilite al peronismo impulsar un juicio político contra Milei. La historia de los amores no correspondidos. En las últimas semanas “Santi” Caputo y “Wado” de Pedro empezaron a negociar la ampliación de la Corte Suprema de Justicia. El consejo del consultor había resultado certero.
Escena dos. Agosto de 2024. Escenario: una reunión de inversores convocados por un banco extranjero. Hombres y mujeres de negocios que querían escuchar a politólogos, analistas y, por supuesto, a figuras relevantes del gobierno libertario. Hasta allí fue nuevamente “Santi” Caputo. En ese escenario bulímico de información, adelantó:
–Los vamos a enfrentar en la ciudad y vamos a ir aliados en la provincia.
Se refería a los “ñoños”, claro. Aunque “Santi” lo diría de otro modo: TMAP. O sea: todo marcha de acuerdo al plan. Su sigla registrada.
El último clavo en el cajón, pero de Pro, parece habérselo puesto el ignoto tuitero que viralizó el video fake de Macri llamando a votar a Manuel Adorni.
Mauricio Macri perdió las elecciones en la ciudad y abandonó el país. La distancia, incluso física, no podría ser más literal. Su primo, Jorge Macri, quedó con la mano colgando en el tedeum del 25 de Mayo, despreciado por el propio Milei. Pero nada de esto impidió la capitulación de Pro ante LLA, de la mano de Cristian Ritondo y Diego Santilli, que fueron presurosos a la Casa Rosada para empujar un acuerdo electoral en la provincia de Buenos Aires, al que también podría sumarse el radicalismo de Maximiliano Abad.
El hipotético frente arranca con un 40% de intención de voto, si hacemos un promedio entre los números de diversas consultoras. Pero, paradójicamente, los principales fans de un frente o acuerdo opositor en la provincia son los gobernadores peronistas que, hace rato, quieren sacarse de encima a Cristina Kirchner, aunque les estaría costando encontrar el vehículo adecuado.
¿El peronismo perdería por escándalo en las elecciones bonaerenses de septiembre? Eso está por verse.
El caso de Santilli y Ritondo es curioso. El dúo quería ir corriendo a la Casa Rosada al día siguiente de la derrota de Lospennato en Capital. Y si no lo hicieron no fue por propia voluntad sino por la de la Casa Rosada. ¿El argumento? Necesitaban aprobar leyes en el Parlamento y no querían complicar la negociación de Ritondo con su propia tropa, con arrumacos apresurados.
Fue solo por eso que la reunión del trío Santilli, Ritondo y Pareja con los hermanos Milei se concretó días después. “Es dañina la forma en la que están haciendo el acuerdo –apunta Shila Vilker– porque no parece haber diferencias, ni matices entre LLA y Pro. Se supone que hay matices entre fuerzas que se alían. Más que acuerdo, parece una sumisión”.
La tropa de Pro quedó herida y confusa, sobre todo los que no quieren someterse a LLA, como marca Vilker. La furia no es solo contra Jorge Macri sino, y sobre todo, contra Mauricio. “Jarrón chino”. “Ancla de plomo”. “Desvalorizó a Lospennato, igual que lo había hecho con Bullrich”. “Se paseó por los canales anunciando que solo iba a ser mentor, pero no candidato”. Los dardos del macrismo hacia su jefe son lacerantes.
Quienes buscan mantener la identidad de Pro, sin mimetizarse con los libertarios, están reclamando mayor nitidez en la escudería. Es el caso de Laura Alonso.
Pero ¿qué sería mayor nitidez? Probablemente menor confusión. Ritondo aparece en dos fotos paralelas y en escenarios opuestos. Lo vemos en la Rosada con los hermanos Milei y, al mismo tiempo, en el cierre de campaña de Lospennato.
Por otro lado, hay diputados de Pro que permanecen en el macrismo, pero hablan y se comportan como libertarios. Es el extraño caso de la mimetización con los modos mileístas, que alcanza el paroxismo en el ministro “Toto” Caputo. En una entrevista televisiva reciente llegó a tocarse los genitales para graficar que la opinión de Cristina Kirchner sobre el plan económico en marcha no le importaba en absoluto. Un lord. Y un gesto impensado en el primer tiempo de los “ñoños”.
Volviendo al tema de la nitidez. Patricia Bullrich o Diego Valenzuela, por caso, cruzaron el charco y se pasaron a la Libertad Avanza. El gesto fue claro. Pero Santilli, Ritondo y otros tantos, ¿dónde están?
Un paréntesis aquí. Al parecer, Macri habría habilitado el diálogo/capitulación por la provincia de Buenos Aires solamente a Ritondo. A Santilli lo quería echar. Era uno de esos dirigentes que “tenían precio”. Entonces, ¿por qué se sumó Santilli a la foto? Desde las “fuerzas del cielo” responden: para seguir “boludeando” a Macri. La humillación al poder.
El peronismo tiene su propia novela en la provincia de Buenos Aires. Las cuentas son claras: si Cristina Kirchner y Axel Kicillof no generan algún tipo de unidad, la derrota parece segura, aunque los consultores difieren.
Para Carlos Germano, por caso, el peronismo, aún unido, podría perder en varias de las ocho secciones electorales y con acuerdos forzados. Sergio Massa hace circular que podría postularse como candidato a legislador de la primera sección electoral, mientras Cristina Kirchner, viva en la cancha gracias a Santi, sería la candidata de la tercera sección, que encierra a La Matanza, un electorado en el que caben los votantes de cinco provincias pequeñas. Pero Germano recuerda que, aun siendo candidato a presidente, Massa no pudo garantizar siquiera la victoria en Tigre, su terruño. Dudoso que arriesgue tanto esta vez.
Pero ¿qué pasaría si el plan de “Santi” se truncara y Cristina ganara en esa populosa porción del conurbano? Si el frente dominado por los violetas se impusiera en la mayoría de las secciones, el triunfo sería contundente y Cristina Kirchner, dice Germano, devendría, apenas, la líder de la línea Roca, la que une Avellaneda con Florencio Varela.
Hay otras miradas. Para Vilker, el kirchnerismo sigue siendo fuerte en la provincia y, del mismo modo que la oposición, arranca con un 40% de intención de voto. Y una novedad, de acuerdo con las mediciones de su consultora. LLA y Pro no comparten exactamente el mismo electorado en el terruño de Kicillof. Hay al menos un 8% de votantes de Pro que no comulgan ni con los libertarios ni con el peronismo. En una palabra, la extrapolación no sería automática ni completa.
Mientras tanto, Cristina Kirchner regresó con un discurso renovado, menos dogmático y de revisión de las etiquetas. Narrativamente parece, incluso, más moderna que Kicillof, que se recorta ahora como el garante del purismo K. Como todo “soviético”. Cristina, en cambio, ahora habla de reforma laboral, de seguridad, de Estado eficaz, pero presente.
Mientras la economía funcione bien, las “fuerzas del cielo” podrán seguir pensando en someter. Pero si el plan de “Santi” fallara, las “fuerzas de la tierra” también podrían variar. Hoy todo cambia tan rápido, sobre todo el humor de una sociedad profundamente lastimada.