Los 8 edificios icónicos de Buenos Aires que cuentan la historia de un clásico de la decoración argentina en 40 años
Desde mediados de los años 80, cuando Mechita Malbran de Campos —hermana de Enrique Segundo Malbran, fundador y presidente de la Fundación Oftalmológica Argentina (FOA) y presidente de la Clí...
Desde mediados de los años 80, cuando Mechita Malbran de Campos —hermana de Enrique Segundo Malbran, fundador y presidente de la Fundación Oftalmológica Argentina (FOA) y presidente de la Clínica Malbran—, luego de un viaje a Nueva York, tuvo el pálpito de que Kips Bay Decorator Show House, una prestigiosa exhibición anual de diseño de interiores, podría replicarse en Buenos Aires y así reunir fondos para la Fundación Oftalmológica Argentina, pasaron 40 años de Casa FOA. Décadas que definieron una forma de pensar, dar a conocer y revalorizar el diseño de interiores que ya tenía importantes referentes en nuestro país.
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Avenida Quintana, el inicioEn una antigua casona —que ya no existe— nació la primera Casa FOA en 1985. Mechita Malbran de Campos, de 63 años y madre de ocho hijos, impulsó junto a un grupo de colaboradoras y amigas esta primera exposición para recaudar fondos para la FOA. Tal vez no imaginaron nunca el éxito que vendría al abrir las puertas. La gente hacía largas colas para ingresar a ese mundo mágico creado por los decoradores convocados. Así comenzaba una historia que la iba a trascender, consolidando una marca asociada al diseño argentino y un legado invalorable para la cultura y la ciudad.
De las casonas y petit hoteles a los loftsCorría 1989. Ya se había realizado Casa FOA en la casona del doctor Carlos Acevedo en Aguado 2890, ciudad de Buenos Aires. Esa sería la última edición en un petit hotel. Mechita aceptó el desafío de un grupo desarrollador de hacer una segunda exposición en el mismo año en una antigua fábrica de telas en Darwin 1154.
El proyecto iba a transformar esa fábrica, al costado de las vías, en el primer conjunto de lofts del país. Convocaron a 24 diseñadores que mostraron sus propuestas en 22 espacios. Fue una verdadera revolución: asistieron 98.000 personas (habían sido 4000 en 1985) que recorrieron 35.000 m² de exquisito y novedoso diseño.
Emilio Cornejo, quien junto a los hermanos Iván, Leonor, Marcos y Lisandro de Achaval, está al frente de Achaval Cornejo, fue quien trajo la idea de hacer lofts de un viaje a Nueva York a fines de los 80. Una tipología que no existía ni se comercializaba en el sector inmobiliario argentino. Emilio encontró el lugar donde materializar su propuesta: Darwin al 1154, en el límite entre Villa Crespo y Palermo, cuando esos barrios aún no eran zonas cool de la Ciudad. Iván encontró un inversor inesperado y se quedaron con la comercialización. “Los lofts no eran algo común en Buenos Aires, pero vimos el potencial de entrada”, suma Lisandro.
Emilio conocía a Mercedes Malbran y le ofreció el lugar para un nueva edición de FOA. Qué mejor que hacerla en lo más moderno de la ciudad. “Ese vínculo nos permitió trabajar durante casi 10 años con Casa FOA”, cuenta Iván. Los hermanos recuerdan que fue Darwin un boom de ventas, tenían reservas todos los días: “Estábamos el día entero instalados en la eposición, vendiendo”, recuerda Leonor.
Con este proyecto comenzó en Buenos Aires una era de reciclaje de edificios fabriles en lofts. La participación de Casa FOA fue tan exitosa que, en los años siguientes, otras desarrolladoras se acercaron para mostrar sus edificios en la etapa previa al lanzamiento. Iván lo recuerda bien: “IRSA estaba dando sus primeros pasos en la construcción de lofts, nos pidió que consiguiéramos Casa FOA para cuando estén listos los Silos de Dorrego y nos daban la venta de ese desarrollo. Lo logramos. Ese fue otro punto de inflexión para nosotros como inmobiliaria". Los Silos de Dorrego fueron sede de Casa FOA en 1992, otro éxito de público que abrió a la sociedad un edificio de gran valor arquitectónico con propuestas que acompañaban los cambios y transformaciones del habitar contemporáneo.
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Recuperar una esquina abandonadaUna de las sedes más recordadas fue la edición de 1991, en el Gran Hotel Casa FOA, en Avenida de Mayo 984, en el área de protección histórica de la ciudad de Buenos Aires.
Esta esquina de Avenida de Mayo e Hipólito Yrigoyen había estado abandonada por más de dos décadas y para la muestra fue restaurada y puesta en valor.
El edificio, de principios del siglo XX, se había inaugurado como casa de renta y en 1908 comenzó a funcionar como Hotel Eslava y luego como Hotel D’Arc durante décadas. En la planta baja funcionaron la confitería Alhambra, la Eslava y la Paulista. Hasta que cerró y quedó abandonado. El edificio recuperó su esplendor con Casa FOA y, una década más tarde, en 2011, abrió como Hotel La Fresquè.
En el Gran Hotel Casa FOA participaron 59 profesionales que intervinieron 1200 m². La muestra fue visitada por más de 50.000 personas que recorrieron fascinados este mix entre patrimonio e interiorismo contemporáneo.
La última de Mechita y la primera en GBAEn 1996, Estancia Abril se convirtió en un hito en la historia de Casa FOA. Fue la última edición impulsada por Mechita, que falleció tiempo después dejando un legado que continuaron sus hijas, Mercedes Campos Malbran de Guerrero e Inés Campos Malbran de Miguens, y la Fundación Oftalmológica Argentina. Además, con Estancia Abril, la exposición salió por primera vez de CABA hacia Hudson, convocada por la desarrolladora IRSA, que había adquirido parte de las tierras de los Pereyra Iraola para crear un country privado conservando la casona y su magnífica arboleda.
Miles de personas llegaron al lugar y se sorprendieron al conocer la casona y los edificios anexos de los Pereyra Iraola, ambientados por los diseñadores de Casa FOA, en un entorno natural único con propuestas de paisajismo que maravillaron a los visitantes..
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Un nuevo sigloCasa FOA 2000 no fue una edición más. Con la rehabilitación y puesta en valor del ex Desembarcadero y del antiguo Hotel de Inmigrantes, dos edificios centenarios, se recuperaba parte fundamental de la memoria colectiva.
Intervinieron 50 estudios de diseño que ambientaron espacios interiores y exteriores. Muchos tomaron como inspiración la temática de la inmigración para realizar ambientaciones que emocionaron a los visitantes. Por ejemplo, en el hotel se podía ver el tono original de las paredes o caminar sobre los mismos pisos calcáreos que pisaron los inmigrantes al llegar al país.
La muestra, de casi 4000 m², fue visitada por 109.908 personas, que además de recorrer los espacios y jardines, podían consultar si sus antepasados habían pasado por allí.
Abrir las puertas de un lugar impenetrableEn 2014 Casa FOA sorprendió con una edición en la emblemática Abadía de San Benito, en Palermo. Este edificio patrimonial de estilo neomedieval, construido entre 1924 y 1950, nunca había abierto sus puertas al público.
En sus 5000 m² se montaron más de 50 espacios diseñados por referentes del interiorismo, la arquitectura y el paisajismo. El patio se convirtió en un lugar de encuentro y disfrute. La convocatoria superó los 107.000 visitantes y se sumaron ciclos nocturnos, desfiles, charlas y música en vivo.
La intervención se realizó con estrictos cuidados patrimoniales. Los baños públicos, la biblioteca y el auditorio quedaron como legado para la comunidad educativa gracias a un acuerdo con la Orden Benedictina.
El diseño interior en la pospandemiaCon la pandemia, Casa FOA entró en una etapa compleja. La exposición presencial de 2020 no pudo realizarse por las restricciones y en 2021 regresó con una propuesta acotada: tres departamentos en Puertos, Escobar. Además de recorrer los espacios, se invitaba a conocer esta urbanización con visión ecológica y sustentable. Una vez más, el desafío se convirtió en inspiración.
En 2022, cuando las restricciones quedaban atrás, se realizó Casa FOA Elcano en un edificio en Colegiales que pertenecía a una orden mormona. Lo que dejó el aislamiento fue la enorme necesidad de reencuentro. Así, Casa FOA comenzó a pensarse más allá de la exposición: como una comunidad de diseño donde expositores, empresas, desarrolladores y amantes del diseño encuentran un lugar de referencia en un espacio arquitectónico de valor para reunirse cada año y mostrar toda su creatividad.
Por primera vez se utilizó el concepto “Espacios para vivir más felices”, el impulso necesario para repensar el habitar en la etapa pospandemia.
La mejor exposición es la que vendrá“La mejor exposición es la que vendrá”. La frase de Marcos Malbran, director de Casa FOA desde hace más de una década, resume el espíritu de la muestra 2025. No hubo crisis económica ni coyuntura social o política que lograra detener aquel impulso que nació en 1985 como una idea solidaria y que, manteniendo su objetivo, se transformó en una de las plataformas de diseño más relevantes de la región.
En 2025, Casa FOA cumple 40 años y lo celebra con cuatro exposiciones: Academia Village en Córdoba —la tercera edición en la provincia— abrió el calendario en abril; le sigue Casa FOA 2025 Madero Harbour, que marca el regreso a Puerto Madero, territorio donde fue pionera con la edición en Dock 5 en 1993; luego vendrá el regreso a Chile con Casa FOA Zoco, tras seis años, y la primera edición en Uruguay, en Carrasco Boating.
La edición porteña que acaba de inaugurarse se mantendrá hasta el 2 de noviembre en Lola Mora 421, todos los días de 12 a 20.
Cada sede no es solo un espacio intervenido: es el punto de encuentro de una comunidad que crece y se reinventa. Y a 40 años de aquella primera casona, Casa FOA vuelve a demostrar que lo mejor siempre está por venir.