Martín Menem reabre el diálogo con los bloques de centro para consolidar su continuidad en Diputados
Martín Menem atraviesa el momento más delicado desde que llegó a la presidencia de la Cámara de Diputados. Con cuestionamientos de propios y ajenos, el riojano mueve fichas para evitar ser desp...
Martín Menem atraviesa el momento más delicado desde que llegó a la presidencia de la Cámara de Diputados. Con cuestionamientos de propios y ajenos, el riojano mueve fichas para evitar ser desplazado y asegurar su reelección a fin de año. En las últimas semanas se propuso reconstruir los vínculos políticos que él mismo descuidó y aceleró el diálogo con los bloques de centro.
Una de esas reuniones no pasó inadvertida: Menem se sentó cara a cara con Emilio Monzó, con quien mantiene una relación tirante desde el inicio de la gestión libertaria. El encuentro fue el lunes pasado, en su despacho del primer piso del Palacio Legislativo, y tuvo un eje central: la conformación de la Auditoría General de la Nación (AGN), paralizada desde hace casi un año por la vacancia en seis de sus siete cargos. Monzó, que deja su banca en diciembre, busca asegurarse un lugar entre los tres auditores propuestos por Diputados. Menem no se lo garantizó, pero sí abrió la puerta a negociar.
Los otros dos lugares que corresponden a la Cámara baja se repartirán entre el peronismo -que aspira a revalidar el mandato vencido de Juan Forlón, amigo personal de Máximo Kirchner- y el oficialismo, que quiere promover al apoderado nacional de La Libertad Avanza, Santiago Viola, en detrimento del macrista Jorge Triaca. Los libertarios todavía no libraron esa discusión, que podría volver a tensar la relación con su principal aliado.
Para desactivar esa puja, Menem intentó reflotar un proyecto que presentó a comienzos de año: ampliar de tres a cuatro los representantes de Diputados en la AGN, a costa del Senado. Así, los cuatro principales bloques -Unión por la Patria, La Libertad Avanza, Pro y Encuentro Federal- podrían designar un auditor cada uno. El Senado, en cambio, quedaría con solo dos. Pero la propuesta no prende. En el resto de los espacios le reclaman al titular de la Cámara que resuelva el conflicto por la vía política y no a través de un atajo parlamentario.
El diálogo con Monzó no fue casual. Menem busca sumar aliados justo cuando se acerca el momento de revalidar su continuidad. Acorralado por las advertencias de casi todos los bloques, que le reprochan falta de diálogo y carencia de institucionalidad, intenta revertir la crispación y teje cumbres para recomponer puentes. “Tiene una visión muy pragmática con los bloques de centro”, aseguran cerca suyo. En su entorno hablan de una “etapa de acuerdos” y de una impronta “híper institucionalista” con la que confían en garantizar su reelección. En esa línea, también mantuvo conversaciones con Carlos D’Alessandro, de Coherencia, y Oscar Zago, del MID, ambos libertarios que rompieron con su conducción.
Para Menem, Monzó también representa una vía de acceso a los gobernadores esquivos de Provincias Unidas -Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Ignacio Torres (Chubut), Gustavo Valdés (Corrientes), Martín Llaryora (Córdoba), Carlos Sadir (Jujuy) y Claudio Vidal (Santa Cruz)-, que podrían ser determinantes en la conformación del próximo Congreso.
Pero la amenaza más seria no viene de la oposición, sino desde adentro. La tensión con Santiago Caputo, asesor presidencial, sigue sin tregua. La disputa quedó expuesta en la última sesión, cuando el oficialismo logró modificar el proyecto que limita el uso de los decretos de necesidad y urgencia (DNU) y lo devolvió al Senado. Evitaron así -aunque solo momentáneamente- su sanción definitiva. Desde la Casa Rosada, Caputo se atribuyó la maniobra junto al jefe de Pro, Cristian Ritondo, y se encargó de difundir su gestión política.
Menem no la dejó pasar. Aseguró ante los suyos que el salvataje fue producto de su propio trabajo, coordinado junto al ministro del Interior, Lisandro Catalán, y el jefe de Gabinente, Guillermo Francos. También se adjudicó el rechazo del proyecto impulsado por los gobernadores para coparticipar el Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL), nocivo para las administración libertaria, que hubiese perdido una suculenta caja. “Si algo sale bien, se lanza a operar en los medios para anotarse el triunfo. Si algo sale mal, se despega y culpa a los demás”, bramaron cerca del riojano sobre Caputo.
Es que el enfrentamiento ya trascendió lo discursivo. Caputo levanta a Ritondo, uno de los que ambiciona el sillón que hoy ocupa Menem. En los pasillos del Congreso circula la versión de que Mauricio Macri -a quien Milei volvió a acercarse tras las gestiones de gobernabilidad en Estados Unidos- promueve al jefe del bloque Pro para la presidencia de la Cámara baja. Sin embargo, en del macrismo relativizan la hipótesis. “No hay un pedido expreso de Macri, sino un planteo de cambio de dinámica”, admiten. También advierten que exponer a un referente propio en una conducción política que depende del humor de la Casa Rosada no sería, precisamente, un lugar cómodo.