Mi año en Oxford: una historia romántica que no logra aprovechar la química entre sus protagonistas
Mi año en Oxford (My Oxford Year, Estados Unidos/2025). Dirección: Iain Morris. Guion: Allison Burnett, Melissa Osborne, a partir de la novela de Julia Whelan. Elenco: Sofia Carson, Corey Mylchre...
Mi año en Oxford (My Oxford Year, Estados Unidos/2025). Dirección: Iain Morris. Guion: Allison Burnett, Melissa Osborne, a partir de la novela de Julia Whelan. Elenco: Sofia Carson, Corey Mylchreest, Romina Cocca, Dougray Scott, Catherine McCormack, Harry Trevaldwyn. Duración: 112 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: regular.
En la primera escena de esta película, un grupo de personajes mira Oxford Blues, la comedia romántica protagonizada por Rob Lowe en 1984 en la que el actor encarnaba a un caradura norteamericano que logra inmiscuirse en la universidad de Oxford en busca de la bella aristócrata en la que no puede dejar de pensar. La conexión entonces entre este film protagonizado por Sofia Carson está más que sugerida desde el principio de la historia. Aunque en realidad se trata de la primera de varias falsas promesas inherentes a este relato que, de todos modos, comienza de manera promisoria. Especialmente si se la considera, al igual que otras producciones de la plataforma, como una propuesta entretenida de ambiciones artísticas modestas.
Carson, en su tercer intento por convertirse en la reina del género romántico tras protagonizar Corazones malheridos y Mi lista de deseos, interpreta a Anna de la Vega, una joven norteamericana de madre argentina (Romina Cocca) y padre cubano (Yadier Fernández), que acaba de terminar la universidad y, antes de empezar a trabajar en Wall Street, decide cumplir con su sueño de infancia: asistir a un curso de poesía victoriana en la universidad de Oxford.
Armada con una lista meticulosamente escrita de todas las cosas que planea conocer y probar en su año en la famosa academia británica, Anna llega allí con un entusiasmo tan grande como es estrecha la escalera que conduce a su coqueta habitación con vista a los edificios centenarios del campus. La inesperada dificultad para acceder al primer piso de su edificio no logran desanimarla tanto como el hecho de que en su primera salida para probar el tradicional plato de pescado y papas fritas termina empapada cuando un desatento automovilista toma una curva demasiado rápido, rociándola con el agua inusualmente limpia de un charco callejero.
Pronto, conocerá al desconsiderado conductor, Jamie (Corey Mylchreest), en uno de esos encuentros casuales y tiernos que suelen poner en marcha el vínculo entre los protagonistas de cualquier comedia romántica que se precie de serlo. Lo que sigue irá por los mismos carriles. Resulta que Jamie es, además de un estudiante del doctorado de poesía a quien le toca reemplazar a la profesora titular del taller al que, casualmente, asiste Anna, un apuesto, inteligente y adinerado galán local que enseguida se interesa por la estudiante llegada de Nueva York.
Amor de juventudSin sorpresas, hasta el espectador menos versado en los cuentos románticos podrá adivinar que sucede después: Anna y Jamie comparten la pasión por los libros, las bibliotecas centenarias y una atracción que pronto resulta en un vínculo apasionado. Aunque, como indica el género, unas poderosas razones impedirán que su relación vaya más allá de un romance ocasional.
Después de todo, la presencia de la estudiante en Inglaterra tiene una fecha límite, lo que la convierte en la novia ideal para Jamie quien, desde el principio, le aclara que no está interesado en nada demasiado profundo. Por supuesto que detrás de su resistencia hay un secreto-que no conviene revelar- y un grave conflicto familiar del que él prefiere no hablar. La seguidilla de clichés, obviedades y un grupo de personajes secundarios muy superficialmente construidos, contrastan con la notable química entre Carson y Mylchreest (La reina Charlotte: una historia de Bridgerton), quienes se merecían un mejor vehículo para desplegarla.
Con la dirección de Ian Morris, guionista y realizador con experiencia televisiva-fue el creador de la interesante aunque fugaz serie Bandidos del tiempo, disponible en Apple TV+- y basada en la novela de Julia Whelan, Mi año en Oxford propone en una mirada idealizada y fantasiosa, desde el punto de vista de los Estados Unidos, no sólo de la antigua universidad sino también de sus usos, costumbres y parroquianos. Pero hasta los costados más desprolijos del cuento -el “villano” de cartón que se cruza Anna en su primera visita a un típico pub, por ejemplo-, podrían pasarse por alto si el relato se mantuviera dentro de los márgenes de la comedia romántica. Cuando la historia vira hacia el melodrama, sus muchos defectos quedan en primer plano y toda la buena voluntad y el encanto que sus protagonistas supieron conseguir se pierde hasta que al espectador no le queda otra opción que añorar a la divertida Oxford Blues-también conocida como El vencedor-, e intentar encontrarla “por ahí”, ya que el ochentoso film no está disponible en plataformas.