El tercio en el Congreso más Trump, la apuesta de Milei
Toda la apuesta del Gobierno para el programa que pretende poner en marcha en los próximos dos años empieza a jugarse mañana con la elección legislativa. Milei no puede darse el lujo de no tene...
Toda la apuesta del Gobierno para el programa que pretende poner en marcha en los próximos dos años empieza a jugarse mañana con la elección legislativa. Milei no puede darse el lujo de no tener al menos el tercio de diputados que blinde sus medidas. “Eso está”, le dijo anteayer Luis Caputo a Esteban Trebucq. El ministro de Economía integrará, además, con el otro Caputo, Santiago, el dúo de funcionarios más influyentes para la próxima etapa.
¿Cómo habría que analizar el resultado? El politólogo Ignacio Labaqui se hizo esa pregunta en Twitter y concluyó que compararlo con el de elecciones anteriores y otros gobiernos sería un error. “Si perder es sacar menos votos en el nivel nacional que la principal fuerza opositora, el domingo podría darse una situación inédita desde 1983: que el oficialismo no sea la fuerza más votada, pero que igual sume bancas (y muchas). Eso no ocurrió en 1987, 1997, 2001, 2009 y 2021, todas ocasiones en las que el partido gobernante fue derrotado”, dijo. Lo que viene es, probablemente, completamente nuevo.
Pero incluso una elección positiva o decorosa sería solo el principio para la Casa Rosada. Hay una sucesión de decisiones y hechos que tienen que funcionar y que empezaron a discutirse de manera más explícita esta semana, en los encuentros reservados que el equipo económico tuvo con representantes de J. P. Morgan, el banco de inversión al que el Gobierno espera otorgarle la operación de recompra de bonos. Ese paso tiene una relevancia inusitada para el gran objetivo del ministro de Economía, que es que baje el riesgo país, condición sin la cual la Argentina no podrá refinanciar deuda y de la que, por lo tanto, depende probablemente el éxito del programa entero.
Milei se reunió ayer con Jamie Dimon, CEO de J. P. Morgan. Conocido en Wall Street como el “rey de los banqueros” y al frente del grupo desde hace más de dos décadas, Dimon ha sido siempre un obsesivo del cara a cara. Acaba de exhortar a sus más de 300.000 empleados a trabajar de manera presencial los 5 días de la semana. En febrero se filtró un audio suyo en una asamblea: luego de recibir un pedido de 2000 firmas para impedirlo, en su mayoría de empleados “generación Z”, Dimon se quejaba de que no encontraba a nadie los viernes. “No se puede aprender trabajando desde el sótano”, le explicó a la agencia Bloomberg.
Y acá tampoco vino a perder el tiempo. Algunos empresarios argentinos pudieron verlo esta semana en el encuentro que hizo el grupo y que terminará hoy, si el tiempo lo permite, con una visita a Pilar para ver la final del Abierto de Tortugas. Un simple repaso de las presencias da a entender la magnitud del interés que el mundo de los negocios ha depositado en la Argentina y lo que, en silencio, ocurrió en Buenos Aires 48 horas antes de la elección. El abudabí Khaldoon Al Mubarak, jefe del Departamento de Asuntos Ejecutivos de Emiratos Árabes Unidos y presidente del Manchester City. Axel Dumas, multimillonario francés, heredero y director ejecutivo de Hermès y miembro de la sexta generación de la familia Hermès-Dumas. El neoyorquino John Jacob Philip Elkann, de origen italiano, presidente de las automotrices Ferrari y Stellantis y heredero de su abuelo Gianni Agnelli. Estuvieron en reuniones privadas hasta para los almuerzos y casi no se los vio por el Four Seasons, donde se alojaron. Elkann aprovechó para un “lunch familiar” con los Rattazzi. Ni siquiera se cruzaron con sus pares argentinos, que fueron ayer al Zanjón de Granados, donde se continuó el foro y habló el ministro de Economía. “No va a cambiar nada desde el lunes”, dijo el ministro. Después hubo un almuerzo. Todo en el más absoluto secreto, como pedían los organizadores, y hasta con cierta incomodidad en algún caso. Hay presencias, como la de Armando Loson, dueño de Albanesi, uno de los arrepentidos de la causa Cuadernos, que provocaron incluso discusiones dentro del staff anfitrión. Loson tiene desde hace tiempo una buena relación con el J. P. Morgan, que reestructuró la deuda de Albanesi en el primer semestre.
Pero lo más interesante es lo que pueda surgir del lado del Gobierno. Caputo necesita que la recompra de bonos soberanos sea exitosa, y para eso debe incluir una garantía atractiva. Lo que en el mercado llaman “reposición de margen”: en la medida en que el precio del activo en cuestión –en este caso los bonos argentinos– caiga, la garantía debe ser mayor. Por eso es decisivo el rol del Tesoro norteamericano, que ofrece al respecto sus derechos especiales de giro (DEG) en el FMI.
Sin éxito en esa operación, costará más reducir el riesgo país, algo que Milei esperaba cuando anunció la salida del cepo y, por diferentes motivos, todavía no ocurrió. El mercado no termina de creer en la política cambiaria, como lo muestran las últimas intervenciones para contener el dólar, y teme al mismo tiempo un resultado electoral favorable a proyectos populistas. Hay también características propias de la deuda que juegan en contra: el canje de Martín Guzmán derivó en bonos muy poco atractivos, de tasa baja y altos precios, y con vencimientos acumulables en los tres años siguientes a la administración de Alberto Fernández.
Sin un buen reperfilamiento de ese stock, que incluye el año próximo vencimientos superiores a 16.000 millones de dólares, cualquier programa económico estará condenado al fracaso. El Gobierno lo sabe y de ahí que parezca hasta ahora más enfocado en ese objetivo que en lo que pide el FMI, acumular reservas en el Banco Central, algo que siempre incluye una contracara: se hace emitiendo pesos que pueden fogonear la inflación. Es probable que el equipo económico prefiera que, en cambio, sea el Tesoro el que compre dólares para pagar los intereses, mientras refinancia el capital.
¿Qué piensa al respecto Bessent? Ahí está la clave. Nada de lo que decida Caputo se hará en adelante sin el consentimiento de su par norteamericano. Y no hay dudas de que el ministro argentino tendrá mayor peso en el gabinete. Lo explica hasta la designación del nuevo canciller, Pablo Quirno, integrante de su equipo. Quirno tiene también un desafío. Deberá, por lo pronto, anunciar el acuerdo de los aranceles con la Casa Blanca. ¿Dará a conocer más suelto de cuerpo exigencias de Trump que a su antecesor, Gerardo Werthein, le resultaban incómodas, como las referentes a la propiedad intelectual, tema siempre espinoso para los laboratorios argentinos? La relación de la industria farmacéutica con las cancillerías es histórica y recurrente. Hasta Wenceslao Bunge, embajador de España, es visto en el mundo de la diplomacia como una recomendación del empresario Leandro Sigman.
Pero ahora hay nuevas prioridades y difíciles de eludir. Milei necesita gobernabilidad y Estados Unidos ofrece respaldo económico. Le falta un elemento, igualmente vital, que no está todavía a su alcance y que se resuelve mañana en el cuarto oscuro. Lo que las urnas no dan difícilmente se preste.